Saturday, April 28, 2007

La h es muda

Esa tarde ya estábamos borrachos. De pronto, como si hubiese estado retrasando aquella confidencia, o acaso la urgencia de decirla, Ahn reconoció molesto que "eso" siempre le ocurría cuando los occidentales trataban de escribir su nombre.

Cambian la posición de la letra "h",soltó,escriben Anh. Y Anh, en vietnamis, significa prostituta. Tú no podrías entenderlo, no podrías distinguir la sutil diferencia entre ambos sonidos. Pero si por alguna circustancia un compatriota lee mi nombre, el nombre que me han asignado aquí erroneámente, no podrá evitar, estoy seguro, reir de mi fortuna ridícula.

Yo traté de imaginar las situaciones posibles en las que el nombre de mi amigo debió haberse leído y pronunciado erróneamente desde que llegó a suelo americano:

1. Cuando le dieron su matricula consular
2. Al entregarle los diplomas de adquisición del idioma en la escuela para migrantes a la que asistíamos
3. Al obtener una cuenta en el banco de Saigon en el fashion district de Los Ángeles.
3. Al recibir los documentos migratorios que le permitirían trabajar legalmente en este país.

Mira, dijo mi pequeño amigo vietnamita. Y me extendio la flamante tarjeta de residente que, apenas hacia un par de semanas, el departamento de inmigración y naturalización estadounidense le había hecho llegar.


Nombre: Anh Dxueng, edad: 60 años, estatura: 4 pies y 17 pulgadas, etc.

Ahora soy legalmente la prostituta Dxueng. Y es un honor. Quizá hasta podría ganar un buen dinero entre mis connacionales.


Pensé que en ese momento empezaríamos ambos a reír, pero Ahn se mantuvo muy serio mirando la tarjeta que sostenía solemnemente con ambas manos, casi como un objeto ceremonial. Estabamos borrachos.

Yo traté de hacer un chiste porque, después de todo, las circustancias del equívoco me parecían de lo mas inocentes y enrevezadas.

No te preocupes Ahn,le dije,en un último caso te queda el recurso de emigrar a mi país. En México la "h" es muda."


Ahn llenó nuevamente los vasos con Rou y abrió una bolsa de frituras de gengibre. Todo lo realizó en medio de un perfecto y cadencioso silencio. Todo con pequeños movimientos elegantes y simples, como si fuese una fea y vieja cortezana vietnamita bien educada.

¿En méxico la h es muda? preguntó.

contesté.

El gato de Ahn Dxueng, que nosotros veíamos en el patio trasero a través de los amplios ventanales abiertos, masticaba un poco de pasto. Apenas estaba oscureciendo.

No lo entiendo,dijo al fin. Lo que me dices no tiene sentido.

Entonces el gato se arqueó violentamente y expulsó una cosa negra y viscosa sobre el suelo, que luego movió de lado a lado con una de sus patas delanteras.

Danh tú―. Gritó Ahn Dxuang y aplaudió un par de veces. Pero el animal no se movió de su sitio, sólo levantó las orejas un segundo y después siguió olfateando indolentemente su vómito. Hacía calor. Nosotros nos quedamos callados largo rato, tomando pequeños sorbos de licor, viendo los cubitos de hielo girar y disolverse en los vasos de plástico.